martes, 31 de enero de 2017

¿Dónde está el Cofre con el polvo de Piar que estaba en la Casa de su cautiverio???



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Victor Medina Silva 

 "SOBRE PIAR Y LA ESENCIA HISTÓRICA DE GUAYANA SIENDO DIRECTOR DE CULTURA DEL ESTADO BOLÍVAR, DURANTE LA GESTIÓN DE GOBERNADOR CARVAJAL MORALES, ASUMIMOS TAREAS VINCULADAS AL PATRIMONIO GUAYANÉS. LA RESTAURACIÓN (A CARGO DEL RESTAURADOR FREDDY TORRES) DE LA ESTATUA DEL LIBERTADOR EN LA PLAZA DE ANGOSTURA Y DEL CRUCIFIJO DEL GENERAL PIAR (CASA PIAR). TAMBIÉN EFECTUAMOS UNA TAREA TRASCENDENTE COMO LO FUE CONCRETAR LOS RESTOS SIMBÓLICOS DEL PERÍNCLITO GUERRERO GENERAL MANUEL CARLOS PIAR JUNTO CON MI COMPADRE Y HERMANO INGENIERO ENNIO RODRÍGUEZ Y UN EQUIPO DE LA DIRECCIÓN DE CULTURA CON EL AVAL DEL RECORDADO LEGISLADOR DON MANUEL ALFREDO RODRÍGUEZ (+). TOMAMOS MUESTRAS DEL CUARTO DE SU PRISIÓN, DEL PATIO VARGAS EN EL CENTURIÓN, DEL CERRO EL GALLO EN SAN FÉLIX Y DE LA PLAZA BOLÍVAR DE CIUDAD BOLÍVAR, LO DEPOSITAMOS EN UN COFRE A MODO DE CENOTAFIO QUE FUE BENDECIDO EN ACTO SOLEMNE EN LA CATEDRAL DE CIUDAD BOLÍVAR POR SU DEAN MONSEÑOR SAMUEL PINTO GÓMEZ (+) PARA LUEGO SER COLOCADO JUNTO CON SU CRUCIFIJO EN EL CUARTO DE SU MEMORIA EN LA CASA PIAR FRENTE A LA PLAZA BOLÍVAR. OJALA LAS GESTIONES SIGUIENTES LO HAYAN PRESERVADO. DIOS BENDIGA A GUAYANA Y SU ESENCIA HISTÓRICA Y CULTURAL. VMS"

Poetas cumanagotos de San Pablo de Azaca


Mapeando la resistencia: poetas cumanagotos de San Pablo de Azaca
     
Horacio Biord Castillo
Como tantos pueblos indígenas de América, los cumanagotos sufrieron agresiones coloniales que amenazaron sus ámbitos más autónomos de cultura propia. Aportaron al español una cantidad nada despreciable de vocablos, algunos de uso general, otros de empleo regional o local (como aripo, araguaney, arepa, canoa, cachicamo y tantos otros indigenismos). Han legado a la cultura venezolana y a la cultura particular del oriente venezolano usos, costumbres, saberes, haceres y emociones, como la afectividad entre parientes reales o ficticios y amigos y la paciencia para resistir. Y todavía, no obstante tantas vicisitudes, perduran como segmento social diferenciado, a pesar de una fuerte herencia colonial y de inveteradas prácticas de invisibilidad social acompañadas de vergüenza étnica.
Los cumanagotos formaron parte de un probable conjunto social mayor: los caribes septentrionales. En dicho conjunto se integraban junto a chaimas, guaiqueríes y los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela. Estos últimos, en la historiografía colonial, se conocieron con presuntos nombres locales como teques, caracas, tarmas, tomuzas, guarenas, meregotos, mariches, arbacos y quiriquires. Como los chaimas y los guaiqueríes, cada uno con sus particularidades derivadas de las situaciones históricas concretas, los cumanagotos no desaparecieron sino que resistieron en silencio hasta poder cristalizar de nuevo bajo circunstancias sociopolíticas más favorables. Desde hace alrededor de una treintena de años, los cumanagotos, cada vez con más fuerza, han mostrado su rostro étnico, acompañado de su rasgos amerindios, de sus apellidos indígenas, de su apego a las tierras tradicionales convertidas en la época colonial en misiones o pueblos de indios, en la persistencia de recursos organizacionales, cognoscitivos, simbólicos, materiales y emotivos.
Como parte de ese fenómeno extraordinario de etnogénesis o resurgimiento de su identidad, los cumanagotos han luchado para recuperar su historia, sus creencias, su idioma. Existe una traducción cultural, no literal, del himno nacional realizada por un descendiente de los antiguos cumanagotos, Leonardo Alvarado Charuán, nativo de Píritu y fallecido en agosto de 2012. Su labor ha sido continuada calladamente por hombres y mujeres de gran ímpetu, como los profesores Abrahán Quiaro, minucioso investigador de su cultura, lengua e historia, la abogada Maribel Amatima Caguana, autora de un novedoso diccionario kumanagoto (en la ortografía elegida por la autora) y fiscal con competencia nacional, y Yolibel Guacarán Cirilo, hoy diputada indígena suplente a la Asamblea Nacional por la circunscripción indígena de Oriente (Bolívar, Anzoátegui, Sucre, Monagas, Delta Amacuro y Nueva Esparta).
Hermosa expresión de ese complejo fenómeno de etnogénesis se vive en la comunidad de San Pablo de Azaca, cercana al también antiguo pueblo misional de San Lorenzo de Güere, entre Píritu y Onoto (municipio Cagigal del estado Anzoátegui) en la carretera que comunica a Píritu con Zaraza, en el Guárico, y pasando La Margarita del Llano, con Aragua de Barcelona (ambas ciudades llamadas en su momento Atenas del Llano y del Oriente, respectivamente).
San Pablo de Azaca es la cuna de un meritorio escritor y promotor cultural cumanagoto, Manuel de Jesús Morales (Manuelito, en el decir cariñoso de la familia, vecinos y amigos). Manuelito acaba de ver publicado en 2016 su libro Parroquia San Pablo: historia, cultura y tradiciones por la editorial El Perro y la Rana del estado Anzoátegui. Varios otros interesantes libros de su autoría esperan el mecenazgo de un editor o de una institución.
Manuelito, técnico superior universitario en Educación, mención Desarrollo Cultural por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, es un cultor popular y un animador de su comunidad. Organiza eventos, ayuda a bien morir, dirige rezos y novenarios, investiga sobre la historia, la cultura y el idioma de sus antepasados. Escribe ensayos y poemas. Toca puertas institucionales en Onoto (capital del municipio que honra como epónimo a su ilustre hijo Juan Manuel Cagigal), en la ya cinco veces centenaria Píritu, en la Barcelona que prefirió tildarse de Colombiana en 1811, en Caracas, en donde sea necesario para enaltecer el legado del que los cumanagotos actuales son portadores para el futuro.
Recientemente Manuelito ha constituido en San Pablo un taller literario, específicamente de poesía, para el cual ha elegido el nombre del gran bardo cumanés Cruz María Salmerón Acosta, amigo de José Antonio Ramos Sucre y Andrés Eloy Blanco, figura recientemente estudiada por William Rodríguez. Los jóvenes participantes han ofrecido un hermoso recital el viernes 27 de enero de 2017 con motivo de las fiestas patronales de San Pablo.
Los jóvenes poetas se identifican con su herencia indígena, con su condición de cumanagotos, y con la responsabilidad de rescatar para renovarlas las tradiciones y la lengua de los antepasados. Algunos poemas intentan un juego metalingüístico de llegar al cumanagoto a través del español y viceversa, fortaleciendo la simbología y capacidades expresivas tanto del discurso poético como de los idiomas empleados. Es una manera creativa y potencialmente eficiente de devolverle visibilidad y aprecio social al cumanagoto y, por esa vía, intentar un rescate del idioma mediante la palabra poética.
Si volvemos la mirada medio siglo atrás, encontraríamos pocas evidencias de un fortalecimiento de los pueblos indígenas, duramente atacados por las ideologías desarrollistas y homogeneizadoras durante las décadas de 1950, 1960 y 1970. En esa época hubiera sido poco probable, impensable casi, que las constituciones políticas de los estados latinoamericanos incluyeran disposiciones de protección y fomento de la diversidad sociocultural y lingüística, especialmente referida a los pueblos indígenas, como hoy en contraste lo hacen casi todos los textos fundamentales de los distintos países. Eran circunstancias complejas, quizá el término de un largo período de invisibilidad que había acompañado el proceso de consolidación de los estados nacionales desde el siglo XIX.
Hoy, ejemplos como el de los cumanagotos, chaimas y guaiqueríes, trabajos como los realizados por hombres y mujeres como Abrahán Quiaro, Maribel Amatima Caguana, Yolibel Guacarán Cirilo, Arquímedes Velázquez en Caripe (estado Monagas) con el idioma chaima, y Manuelito Morales sirven para mapear la resistencia. Nos enseñan, además, que no debemos perder la perspectiva ante las vicisitudes coyunturales. No siempre alzar la voz frente a quien la alza para amedrentarnos es más exitoso que el silencio que simula –solo eso- conformidad para evadir una confrontación desigual, terrible, eventualmente aniquiladora. En el caso de los pueblos indígenas, el etnocidio, el linguocidio y el genocidio pesaban como espadas filosas sobre formas aparentemente más visibles de resistencia, aunque pudieran haber resultado letales.
No siempre el silencio es cobardía. No siempre la beligerancia termina venciendo sobre las formas del mal, como lo pregonó Gandhi. En San Pablo de Azaca y en San Lorenzo de Güere, las “murallas” (término usado localmente), o sea las ruinas de iglesias misionales inconclusas, han debido oír las voces de los jóvenes poetas cumanagotos. Los indios viven, han de seguir viviendo. Vericuetos de la resistencia: las imposiciones del poder no siempre, casi nunca, logran destruir la tradición, el ethos, el ethnos. El poder, el poder despótico, se derrumba, inevitablemente.

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Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
     

(publicado el 30/01/2017)