A todos los
Cronistas de Venezuela
y en el libro dejó los secretos del alma
llevando consigo la pluma, el Cristo y la espada,
donde un día escribió los epitafios
con sangre y sudor de su piel sobre los temples del fuego
en la posesión de los relicarios
con agua y con sal del amor de la patria…
La muerte de un cronista es en el
tiempo una herida desde la casa donde habitó hasta la invocación del amor por
un pueblo. Se apagan las antorchas, los siglos hacen silencio, se guardan hojas
amarillentas con sueños y testimonios. Se canta al recuerdo y sobre una inmensa
biblioteca se guardaran las crónicas para que florezcan las esperanzas, cuando
un cielo crepuscular reclama el honor y entre rosas blancas y amapolas
vuelan las aves a los ecos. Suena una
sonata y entre el despertar del alba la luna desdibuja las sombras de aquel que
defendió las verdades, del poeta que dijo los inmensos testimonios a la vida y
sabia el secreto de los campanarios, llevando luces a la escuela, abriendo
portales con simientes del alma y anotando los secretos del músico, del
maestro del obrero, del pintor. Del
catedrático, agrimensor de tradiciones e imágenes de aldeas. De un mundo con
colores de los sueños. Ramón Querales se
fue llevando los versos del cielo rojo y naranja de las violetas cuando las
sombras del obelisco de Barquisimeto rompían
los destellos de alguna estrella y sobre los alfareros de Quibor una imagen de
la Divina Pastora guarda los mensajes
del ser entre los murales de Jorge Arteaga, en la puntualidad simétrica de un
concierto de Alirio Díaz y el misterio descrito en el teatro Juárez para decir
con mil palabras el amor a los jóvenes aprendices de los versos y a los hechos
patrimoniales del eco bendito de una tierra de gracia. A Bolívar de un padre
nuestro. A la casa vieja de arcilla y de cal, a los ojos del hortelano, al
llanto del mundo y a la oración en la
penumbra ocre de un santuario. A los libros de sus libros, a los testimonios de
su tiempo.
Se nos fue el maestro,
llevando consigo los mil años de una tierra; el estado con raíces jurasicas y
con albores de la historia nacional. Volveremos a los encuentros, edificaremos
sus mensajes y entre la voz de los cronistas de Venezuela cantaremos un himno a
su eternidad de hombre, de creador y de ilustre maestro. Ahora capitularan los
niños llevando banderas y palomas blancas…
Al caballero andante. Quijote
de la historia…
Paz a su anima.
Néstor Melani Orozco
2 comentarios:
Gracias muy lindas sus palabras sobre mi papá...mi nombre es Valentina Querales y junto con mi hermana Dasha Querales estamos compilando todo aquello que mi papá fue sembrando - gente buena que lo apreció.
Tenemos un proyecto que me gustaría compartir con Ud, me puede escribir al correo mtse13deabril@gmail.com.
Dios les bendiga
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