lunes, 24 de diciembre de 2018

EL ARBOLITO EN MARGARITA / Beatriz Bermúdez Rothe


Según el cronista margariteño Carlos Villalba-Luna (Cronista del Caserío Espinoza), mi bisabuelo George Wilhelm Rothe, introdujo en Margarita  la costumbre de “montar” un arbolito en navidad. Mi bisabuelo, que venía de Hamburgo, se casó en la isla con Mariana Aguirre de origen vasco y allí nacieron sus hijos. Como químico y farmaceuta abrió la “Botica Americana” donde atendía a sus pacientes y en navidad, para asombro de los margariteños de mediados del siglo XIX, instalaba su arbolito. Mi abuelo Alfredo Rothe, continuó con esa tradición y era todo un acontecimiento reunirnos para ayudarlo con su arbolito, el cual había importado de Alemania con todos sus adornitos y luces.

Por su parte, mi abuela Isabel dirigía la “instalación” del nacimiento o pesebre con sus bosques de alpiste y su laguito de espejo. Cada uno con su reino. Luego hacíamos las hayacas y se preparaba toda la comilona de esos días cuando la casa se llenaba de gente, sobre todo de los parientes guayaneses de mi abuela que no habían podido viajar a su terruño. Mi abuela Isabel era de Upata y se había casado con mi abuelo en Tumeremo en 1918 y en su casa de Carapa, que si mal no recuerdo llamaron “Corozal”, allá muy cerca del viejo pueblo de Antimano, cabían tod@s.

Por eso me gusta la navidad, porque recuerdo días felices cuando la familia estaba unida alrededor de mi abuela y abuelo. Recuerdo su cariño, su alegría y su esfuerzo por hacernos sentir bien. Aprendí de ellos el valor de la amistad y la solidaridad y de la alegría de compartir.

Por eso también, cuando hace unos años recibí por internet una tarjeta de navidad en la que un arbolito dedicado a la amistad se iba formando, quedé encantada con ella. Fue como el arbolito margariteño de mi bisabuelo ¡llegó para quedarse! Me gustó tanto, que año tras año la envío y la reenvío.

Este año quisiera enviar un saludo navideño a todas mis amistades parafraseando un poco su contenido, a las viejas amistades y a quienes conozco de siempre, así como a las nuevas, a las que apenas conozco. A las de cerca y a las de lejos. A las que siempre están allí y a las que no responden nunca. A las que me han pedido amistad sin conocerme y a quienes me han bloqueado porque no les gusta lo que escribo. A las que me hacen reír y a las que me hacen rabiar y pensar en no volver a las “redes”. ¡Para todas y cada de las personas con quienes puedo comunicarme por aquí, deseo que la esperanza y la fe en que podemos hacerlo mejor llene su corazón y nos de aliento para seguir luchando por el país y el mundo que soñamos, y que algún día podamos reencontremos alrededor de un arbolito en cualquier plaza de Venezuela…!
2018

         

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