lunes, 18 de enero de 2010

EL CRONISTA DE LA CIUDAD Y SU DÍA NACIONAL / Américo Fernández




Nunca antes la figura del llamado “Cronista de la Ciudad” llamó tanto la atención como a partir de 1989 cuando el legislador a través del artículo 187 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, la impuso para todos y cada uno de los Municipios de Venezuela.
Sin embargo, aquí en Ciudad Bolívar, la figura del Cronista, se conocía desde los años cuarenta en la persona del Bachiller Ernesto Sifontes que más que cronista de la Ciudad era cronista del Orinoco. En ese tiempo, más precisamente en el 45, la Municipalidad de Caracas dictó una Ordenanza y designó por primera vez el Cronista, recayendo esta función en el escritor, diplomático y periodista valenciano Enrique Bernardo Nuñez, quien lo fue de por vida.
De ese año, período del Medinismo, databa la Ley del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, refrendada por el entonces Ministro de Interiores, Arturo Uslar Pietri, recientemente sustituida por la Ley del Patrimonio Cultural de Venezuela. Comenzaba entonces un despertar por la investigación, la divulgación, reconstrucción, prevención y conservación de la memoria del pasado. Aunque oficialmente no existía hasta ese momento, la figura del cronista, es evidente que desde mucho antes intelectuales con vocación venían ejerciendo ese oficio. De manera, que primero fue el cronista espontáneo y luego el cronista oficialmente reconocido como tal. Las dos figuras continúan coexistiendo, por lo que la condición de cronista nunca se pierde aun cuando oficialmente no sea reconocido como tal. En Ciudad Bolívar, tan rica en valores culturales, se distinguieron como cronistas espontáneos y asimismo como socios correspondientes de la Academia Nacional de la Historia, José Angel Ruiz, Luis Aristeguieta Grillet, Bartolomé Tavera Acosta, Luis Felipe Vargas Pizarro, J. M. Agosto Méndez, Juan Manuel Sucre, Héctor Núñez Santodomingo, Eduardo Oxford, Ernesto Sifontes, José Francisco Miranda, Constantino Maradei Donato, Horacio Cabrera Sifontes y Manuel Alfredo Rodríguez. Este último miembro numerario.
El primer cronista oficial, designado por el Concejo Municipal de Ciudad Bolívar, fue el doctor Adán Blanco Ledezma, seguido por Angel del Valle Morales, José Eugenio Sánchez Negrón y Américo Fernández.
En el resto del Estado, Leopoldo Villalobos y Guarisma Álvarez (Caroni), Juan Francisco Girón y Angel Romero (Upata), Ramón Sebastián Enmanuelli (El Callao), Roberto Ferrer (Tumeremo), Luis Emilio Hurtado Zorrilla (Ciudad Piar), Israel Rivas Muñoz (El Palmar), Abel Fuenmayor (Maripa), Milton Rojas (Caicara) y Marcelis Bastardo (El Manteco).
Estando el cargo vacante, el Concejo Municipal de Heres que culminó su período en el 89, no quiso despedirse sin antes llenar el vacío de quien por vida había sido el Cronista de la ciudad, el poeta José Sánchez Negrón, y lo hizo atendiendo una solicitud de los gremios de periodistas, abogados laborales y sindicato de la prensa que proponían el nombre de Américo Fernández.
No es fácil ser Cronista de la Ciudad por lo difícil que es ser reportero, crítico cruzado y juez. Esto, en términos periodísticos, vale decir, en la forma como el periodismo lo conceptúa, pues cuando se trata de ser cronista de la ciudad, el concepto va más allá.
El Cronista de la Ciudad fundamentalmente debe investigar, divulgar la vida de la Ciudad y cuidar celosamente de sus valores históricos, artísticos y arquitectónicos tal como en su oportunidad lo hicieron y lo hacen en Caracas Enrique Bernardo Nuñez, Mario Briceño Iragorri, Mauro Páez Pumar, José Schael, Carmen Clemente Travieso y Juan Montenegro.
A juicio de Julio Febres Cordero, el Cronista de la Ciudad tiene que ser esencialmente escritor e historiador y contar entre sus atribuciones la de velar por la conservación y mejoramiento del Archivo Municipal y asimismo servir de asesor al Consejo en las consultas requeridas.
Julio Barroeta Lara, Cronista de Valencia, director del Cuerpo C del diario El Nacional durante varios años, profesor universitario y jurado de mi tesis de grado, lo conceptúa como “divulgador de la vida parroquiana de antes y de ahora y capaz de reconstruir trozos del pasado”. Para Misael Salazar Leydenz, Cronista de Coro, es “explorador, afianza la identidad, investiga el presente y el pasado y su legado es tesoro valioso para el futuro”. José Vicente Henrique, Cronista de los Andes, configura al cronista como “un intelectual de buen suceso porque se ha nutrido de las raíces de su pueblo”.
Venezuela tiene en Juan de Castellano, Pedro de Aguado, Pedro Simón, José Oviedo y Baños, José Gumilla y Felipe Salvador Gilij, a los más relevantes cronistas de la Colonia. Juan de Castellano fue cronista muy singular pues “Elegías de varones Ilustres de Indias” es una crónica en versos. Tal vez los versos más largos de la lengua castellana, muy criticado por cierto, pero considerada su Elegías como una preciosa fuente para el estudio de esos años de nuestra historia. La historia del Siglo XVI. Nacido en Sevilla, llegó muy joven e nuestro continente (1539) y murió en Tunja a la edad de 85 años (1607). Destaca su obra “Elogio de las Islas Orientales”.
Pedro de Aguado, misionero franciscano, considerado el primer historiador de Venezuela, nació en Valdemoro, (España) en 1538 y falleció en Colombia en 1539. Fray Pedro de Aguado fue teólogo, matemático e historiador. Autor del libro “Noticias Historiales relativas a Santa Marta, Nuevo Reino de Granada y Venezuela” que sirvió a sus sucesores Fray Pedro Simón y José de Oviedo y Baños, entre otros.
Pedro Simón, nacido en San Lorenzo de la Parrilla, España, era franciscano. Fue uno de los cronistas de Indias y el primero que elaboró metódicamente la Historia de Venezuela. No se conoce el lugar ni la fecha de su muerte y su obra fundamental “Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme” comenzó a escribirla a comienzos del siglo diecisiete cuando llegó al Virreinato de Nueva Granada.
José de Oviedo y Baños, nació en Bogotá, 1671, y murió en Caracas donde vivió 52 años, el 22 de noviembre de 1738. Escribió “Historia de la Conquista” y “Población de la Provincias de Venezuela” y se considera como el primer gran historiador de Venezuela. Su obra es una verdadera crónica, serena, densa y auténtica de la Capitanía de Venezuela, donde resaltan. Los Belzares, el Tirano Aguirre y Diego de Lozada. Se publicó por primera vez en Madrid en 1723 y sólo fue reimpresa un siglo después de Caracas.
José Gumilla, misionero, historiador y lingüista, autor del Orinoco Ilustrado, nació en Cárcer España, 1686, y falleció en Colombia (1705), donde estudió filosofía y teología. Se inició como misionero de la Compañía de Jesús a todo lo largo de la geografía llanera y orinoquense en 1716 y su principal obra El Orinoco Ilustrado constituyó un libro de gran impacto y polémica en el mundo europeo. En su expedición vino el también misionero italiano Felipe Salvador Gilij, quien permaneció 19 años en el Orinoco y mejor escribió sobre la orinoquia, durante el período hispánico. Da cuenta de la etnia Tamanaco que tenían por Dios a Amalivaca.
La figura del Cronista oficial la consagró por primera vez la Municipalidad de Caracas en 1945 y a partir de allí ha sido adoptada por las principales ciudades a través de sus Consejos Municipales.
En 1968 se constituyó la Asociación Nacional de Cronista Oficiales de Ciudades de Venezuela (ANCOV) que regularmente celebra una Convención anual para interaccionar con los cronistas de todo el país. La primera ocurrió en Valencia ese mismo año de 1968 y adopto el 20 de Mayo como Día Nacional del Cronista en homenaje a Enrique Bernardo Núñez, primer Cronista oficial de Caracas y quien nació esa fecha (1895).  
En la convención de Coro, se acogió un proyecto de Ordenanza modelos para todos los Consejos Municipales del País que define y norma las funciones y obligaciones tanto del Cronista como de la Municipalidad con respecto al Cronista. Ese proyecto ya ley u ordenanza en las ciudades principales de Venezuela, establece que el Cronista Municipal es de por vida o permanente y que la condición de tal sólo se pierde por renuncia, incapacidad o sentencia penal condenatoria de tipo judicial.
Según Lourdes Dubuc, Cronista de Boconó, los cronistas son personas de vocación, a los cuales se les ha oficializado el cargo luego de una trayectoria cumplida. Sin embargo, la situación que se perfila ahora es por fuerza del Artículo 187 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal que establece que todo él Municipio tendrá su Cronista. Lo cierto es que ahora los Cronistas están legalmente amparados y la Municipalidad de hecho tiene a quien acudir para casos de consultas.
Pero ahora que existe la norma legal, la preocupación en las últimas Convenciones ha estado centrada en el asunto de la Ordenanza y en el problema de si el Cronista debe ser funcionario municipal, en cuyo caso estaría sujeto a un sueldo y a las contingencias que significa un cargo remunerado que le exigiría una serie de obligaciones.
En el Estado Trujillo, los Cronistas son Ad- Honorem al igual que el de Ciudad Bolívar, a condición de que la Municipalidad les otorgue una Oficina con una Secretaria y un Archivista, gastos de representación y partida para él funcionamiento cabal de la oficina (Esto jamás ha ocurrido en Ciudad Bolívar).
La Ordenanza Municipal establece la figura del cronista vitalicio no sólo porque tradicionalmente ha sido así, sino porque la misma naturaleza del trabajo lo exige. El cargo de cronista debe ser vitalicio o permanente (el vocablo es lo de menos, puede ser expreso o tácito como en la Constitución Nacional del 61 con respecto a los senadores ex Presidentes de la República) como lo establecen las ordenanzas de Coro, Punto Fijo, Barquisimeto y casi todas las de otras ciudades de centro, occidente y oriente, a no ser que razones de salud, manifiesta incompetencia o negligencia, le impida al Cronista ejercer con propiedad las funciones que les son inherentes. (AF)














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